Bailar pegados no es bailar
Reseña sobre «Hoy puede ser mi gran noche» de Teatro en Vilo.
Estamos ante una impresión: todo tiene que ser justo como es. El contar que nos lleva al ser-en-escena, es decir, a la ensoñación, queda en manos de las Teatro en Vilo, esta vez encarnadas en Noemi Rodríguez, ataviada con su máscara de Todo sobre una escena enfangada, a primera vista, en el vacío existencial.
Junto a su hermana Darlene al teclado, Noemi nos transporta, a través de una estética vaciada y venida a menos, a la fascinación de una España sumida por los artificios de los años 90. Éramos tan felices antes de ser infelices y desgraciados. Mediante un texto directo y sincero que evita un tono grandilocuente, echamos la vista atrás hacia el mundo que creíamos inabarcable, pero que llegó a su fin, así como a las bifurcaciones de las historias que nos contamos a nosotros mismos sobre quiénes éramos.
Rodriguez está vibrante en escena, a pesar de que no cuenta con ningún apoyo ante el silencio o la indiferencia. Una vez más, desde Teatro en Vilo nos presentan inicialmente la realidad como un Algo materialmente plausible para moldearlo a su antojo, generando extrañas sinergias que funcionan perfectamente a nivel rítmico, interpretativo y narrativo.
Presenciamos la manera en la que la autoficción estalla desde sus adentros; no nos importa cuánto de realidad y cuánto de ficción atraviesa al relato, porque el pegamento de la obra lo encontramos en dejarnos ir, en bailar.